Aborto: Hacia el crimen institucionalizado

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por Gonzalo Ibáñez, Doctor en Derecho y ex-Diputado


        En estos días que corren, el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet y la mayoría parlamentaria que la apoya ultiman los preparativos para dar comienzo a la etapa legislativa que apunta a legalizar la comisión del aborto, a dejar de definir a éste como un crimen y a considerarlo como un acto propio del ejercicio de los derechos humanos de la mujer que lleva a esa criatura en su vientre. Los hechos, sin embargo, son más fuertes. Veámoslos:

Desde luego y antes que nada cabe subrayar una vez más que desde el momento mismo en que un espermio fecunda un óvulo hay una nueva persona humana. Si no se la considera persona desde el momento mismo de la fecundación, nadie sabe cuándo va a pasar a serlo.

Si esa persona presenta en el curso de su gestación malformaciones, no por eso deja de ser persona. Será una persona enferma, pero siempre persona. Las violaciones hay que prevenirlas y castigar fuertemente al violador; pero el fruto de ese acto es una persona. Aseguremos acompañamiento a la madre forzada y acogimiento posterior a esa criatura; pero, no matemos.

De hecho, cualquier acto violento que tenga por finalidad precisa poner fin a la vida de ese ser que está por nacer no puede ser calificado sino como homicidio y como el más cobarde y cruel de los homicidios, pues tiene por víctima a la más indefensa y a la más inocente de las criaturas. Pero no es sólo ella la víctima. También lo es su madre. Como sabemos, la inmensa mayoría de los abortos son consentidos por la madre después de una violenta presión que se ejerce sobre ella para obligarla a provocarlo. En vez de acompañar a la madre en una circunstancia difícil de su vida, se la obliga a sumirse en el horror de un crimen. Con esta ley, el Estado va a encabezar esa presión y dejar de cumplir con su deber sagrado de proteger la vida de todos los chilenos, comenzando por quienes están por nacer. Va, por el contrario, a encabezar y financiar estos actos destinados a cometer un crimen abominable.

Y víctima también lo es todo el país. Porque con el aborto legalizado va a disminuir aun más el índice de natalidad que ya nos tiene convertidos en un país mayoritariamente de gente adulta y anciana y en el cual la juventud y la niñez se hacen notar cada día más por su tremenda ausencia. Y, porque nos volveremos insensibles ante el crimen. No nos quepa dudas, el siguiente paso es la legalización de la eutanasia, por la cual los pocos jóvenes que han sobrevivido se toman desquite y reducen drásticamente el número de gente mayor de la cual han de hacerse cargo.

Este gobierno, en fin, dejará un reguero no sólo de recuerdos amargos sino como herencia un país descalabrado. Una reforma económica y tributaria que empobrece al país y cuyos efectos ya lo pagan los más pobres. Una reforma educacional, cuyos efectos tendrá que pagarlo una juventud condenada a una educación sin calidad y domesticadora de las personas. Una reforma laboral que ataca la creación de empleos y desmejora los pocos que puedan crearse. Ahora, una ley que va a estimar como legal algo que es profundamente inhumano e inmoral: el crimen entre chilenos. Decir que sobre Chile están cayendo, de la mano de este gobierno, las Siete Plagas de Egipto al parecer va a quedar corto.

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